martes, 30 de septiembre de 2014

Un día cualquiera

Un día cualquiera,
un amanecer apresurado te despierta entre las mismas sábanas
que arroparon tus sollozos a lo largo de varias madrugadas.
Y te parecen más suaves que ayer.
Te percatas de que no te falta
la ausencia de sus besos para comenzar el día.

Un día cualquiera preparas el café de las mañanas,
y no te sabe tan amargo como solía,
aunque no tengas su presencia para endulzarte el madrugón.

Visualizas tu ceguera
y ves que nada es demasiado sombrío,
que son las llamas de las velas
que llevan apagadas desde hace mucho
que hay demasiadas páginas intactas,
acumuladas encima de la mesa,
esperando a ser leídas.
No necesitas música para apagar el silencio,
dejó de ser devastador.
Te das cuenta de que el olvido deja de ser gratuito
y dejas de pagar las consecuencias.

Un día cualquiera,
vuelve a llover;
Y un instinto innato dirige tus pisadas hacia la calle,
y no sientes el frío de la lluvia,
sino que hallas tu resguardo
en medio del extravío.

Sientes que tus heridas pueden hacer frente a más olvidos.
Aceptas que el ''ojalá'' no es el mejor de los consuelos.
Que no hace falta calcinar tantas cartas
para dejar de temer a las promesas quebrantadas.
Reconoces que el amor es una historia a base de relatos cortos,
que la mayoría acaban en punto y coma,
y que la soledad no es más que el nombre de una compañera silenciosa.

Un día cualquiera,
aceptas tu sonrisa como una nueva oportunidad.
Le regalas por sorpresa indulgencia a tus errores.
Y te planteas la vida como método de terapia.

Un día cualquiera,
El corazón se te vuelca,
y te das cuenta
de que tus manos tienen la manía
de sostener la vida dada la vuelta.


martes, 23 de septiembre de 2014

Sobrevivo sin sol.

En esos fríos momentos,
cuando oigo la música que no logra silenciar el sonido de mis pensamientos;
Empiezo a escuchar los pasos de mis sombras
que se aproximan como una nube que amenaza con tormenta..
Es cuando me comienza a llover.
Derramo lágrimas,
una tras otra,
que intentan borrar mis heridas.
La impotencia me rebosa;
Esas cicatrices que siguen presentes.
Y mi mirada se cansa de verlas tan intactas...
Tan recientes.

La tormenta no cesa,
dentro y fuera de mi.
Ya estoy calada.
Comienza a diluviar
y yo sin paraguas.

El no saber si sería mejor callar,
olvidar o cambiar.
El querer aceptarse y ser otra a la vez.
El querer que mañana brille el sol y que anuncien precipitaciones.

Seré yo la que me precipite esta noche al desear todo y nada.
Todo cae y todo queda.
Todo tan quieto y yo tan a punto de explotar...
Mi mente exigiendo ruido y mis cuerdas vocales gritando silencio.

Me queda muy poca paciencia.
El frío me hiela las venas, y me siento intoxicada.
Cuando será que cesen las nevadas,
cuando desaparezcan mis fantasmas.
Lástima que viva en un continuo invierno...
Sobrevivo sin sol.

martes, 16 de septiembre de 2014

La chica atemporal

Un lunes cualquiera, al lado de la acera,
rodeada de transeúntes apresurados, a los que se les adelanta el reloj por minutos...
A ella se le atrasa por segundos.

Tiene la cabeza baja, pasa desapercibida mientras se centra en su lectura.
La sencillez y la modestia se reflejan en sus ojos marrón verdosos.
Consigue cierta calma con sus viejos vicios.
Procura recuperar las cualidades que perdió por no distinguir el norte del oeste.

Refugia sus sentidos en la cafeína.
Intenta disimular sus ojeras que la deja el insomnio todas las noches.
Lo que ella no sabe es que el insomnio la ha cogido tanto cariño
que ahora se presenta en su almohada a medianoche para evitar esas repetitivas pesadillas.

Sopla una brisa de aire fresco en el centro de Madrid.
Bailan las hojas de los árboles que empiezan a secarse, en consonancia con su sonrisa.
Lo siente todo a flor de piel, y la estremece un escalofrío.
Se avecina el otoño, su estación preferida.
No parece que la afecte el tiempo, ni el clima..
Para ella nunca pasan las horas, su reloj no funciona desde que su alma se partió en dos.
A ella la mueven los recuerdos, los momentos, la deriva de las piezas en que se dividió su corazón.

Siempre fue una chica atemporal.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Cánones inexorables


Hace mucho tiempo que la conciencia está en decadencia.
Hace mucho que nuestro planteamiento carece de inquisiciones, y no ofrecemos resistencia alguna a nuestro naufragio, tirando nuestra brújula al mar.

Critico a aquellos quienes roban un pedacito de nuestra cordura; Quien quiera que fuese el inconsciente que pensara que lo inalcanzable resulta más atractivo, e hizo que nos seduciese la idea.

Desde cuándo la sociedad dicta las normas de la belleza, desde cuándo intenta medir magnitudes abstractas e imprecisas.

Hasta dónde llega el límite de la vergüenza, el odio o el rencor propio, como para hacernos vivir de humo, alimentarnos de algo tan inmaterial como es una creencia.

En qué momento hemos perdido tanta alma y corazón como para dejar que nos consuma una mera manipulación.
Desde cuándo las críticas se convierten en sólidas cadenas de condenas, que tiran de nosotros y nos ahogan en nuestro pozo de inseguridades.
Estamos equivocados al pensar que el hecho de morir por deleitarnos con un dulce bocado es preferible a volver a destrozar el cristal de otro espejo, en un intento de romper la imagen que el canon no acepta.
¿Desde cuándo acentuar nuestros huesos es vital?

domingo, 7 de septiembre de 2014

Tormenta de verano

Una tarde nublada de agosto
intentaba pintar mis muros derrumbados.
Por aquello de que no pareciesen simples ruinas.
Con una ráfaga de viento
me pareció ver llegar tu recuerdo.
Y comenzó a nublarse.
Y me lloviste.
No me quedaba mas que una monótona gama de grises
porque hasta el tono de color más triste
quedó arruinado
durante esa última tormenta de verano.

Llovió mientras acababa de disimular los desconchones de mi pared,
esa que destrozaste con tus puños en nuestra última pelea.

martes, 2 de septiembre de 2014

Vivimos muertos

Hoy en día, la mentalidad humana se basa muchas veces en los prejuicios que nos destruyen unos a otros.
Nuestra existencia está al servicio de esos ideales por los que vivimos, que nos modelan a su gusto.
Nos hemos convertido en marionetas, y es la presión social quien nos maneja.

Nos caracterizamos por observar a la gente pasar, por pensar que nos gustaría ser una de esas sombras que pasa ante nuestros ojos. Y sin embargo, no nos damos cuenta de que, si habitásemos su piel por unos días, querríamos volver a ser nosotros mismos.
No está de moda la aceptación propia,
exigimos la desaparición de nuestros defectos,
quisiéramos ser perfectos,
y carecer de grietas...
Siendo conscientes de que somos porcelana aguantando un golpe tras otro.

En esta sociedad, etérea y de mentira, criticamos la hipocresía mientras juramos que son los otros los falsos.
Y mientras vivimos todos de incógnito, apartados en nuestro castillo de naipes.
Nos dedicamos a utilizar la mediocridad como disfraz para esconder los detalles que componen la verdadera felicidad... Si, esa, que, según cuenta la leyenda, se encuentra en las pequeñas cosas de la vida.

No paramos de buscar excusas que nos oculten tras nuestro inexpresivo rostro, tras nuestra impasible rutina, tras nuestras huellas invisibles en el asfalto; Sólo por conservar nuestro anonimato, en un intento de salvar la poca ilusión que queda dentro de nosotros, y evitar que nos la arrebaten las críticas.

Nos han convertido en fantasmas acorazados; Y ante la mirada de un extraño, lo que nos define, es la imagen del reflejo que mostramos;
¿Y no deberíamos ser la transparencia del vidrio de una ventana que nos enseñe tal y como somos?
¿No es triste vivir tras un reflejo?
¿No es triste vivir estando muerto?