domingo, 7 de diciembre de 2014

Érase una vez...

Érase una vez una mente racional, bañada de ideales elitistas; Palabras elocuentes que valoraban algo más que la superficialidad, y unos brazos llenos de rabia, odio e impotencia; Un corazón partido en esperanza y una mirada cansada.
Su conciencia la había declarado la guerra; No obstante, ella se llenaba la cabeza de sueños, y se curaba el alma con poemas porque las tiritas no abarcaban tantos rasguños.

Había días en los que sus pasos la dirigían al lado opuesto de lo que ella tenía pensado. Hubiese tenido que arañar el suelo para arrastrarse hacia donde quería llegar su autoexigencia.
Sus amigos la decían que la felicidad era más simple; Para ella no, ella siempre pensó que la felicidad se encontraría escondida tras una apariencia que no la definía.
Érase una vez una jovencita volcada en la perfección y la autodestrucción.

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