sábado, 10 de octubre de 2015

Amor del revés

Nos amamos siempre del revés, no le des más vueltas;
no me descoloques más esquemas.
Es de mala educación romper a alguien sin su permiso.
Te aviso.
Nunca respetaste las reglas del juego,
déjame recordarte que me arriesgué a quererte en contra del mundo.
Era la única norma: no me quiebres antes de tiempo, que pronto llega el invierno y no quiero congelar mis heridas.
Las tuyas.
Las nuestras.
Lo nuestro.
Qué bello.
Joder, hay veces que lo echo de menos.

Joder, y qué tonta he sido, qué ingenua.

Te advierto, no te atrevas a volver para despedirte con otro beso,
no seré capaz de soportar más vacío,
y mis oídos no podrán escuchar más excusas.
No vuelvas, no vaya a ser que lo haga contigo;
así que quédate en el marco de la puerta suplicando regresos,
que yo voy a regresar a mi futuro,
sin tu presente ni tu pasado, sin tus dónde y cuándo.

No quiero más rasguños.
Te he permitido jugar conmigo siendo de porcelana
y he perdido mis piezas.
Y mi blindaje.
Me deshice de él en el momento en que me tocaste.
¿Recuerdas?

Qué lástima eso de tener que soportar el dolor de un corazón roto.
Otra vez.
Despedazado en astillas.
Astillas que se quiebran, se clavan, que se queman.
Cerillas.
No me pidas fuego para encenderte el cigarro.
No quiero más humo, que para eso ya tengo tus promesas, etéreas.
Y para vicios ya estaba yo, aunque ya no.

He perdido la fe, que más que en el amor, es en mi.

Yo quiero enamorarme de la vida y de nadie más.


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